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RECORRIDOS RITUALES

"Integración de lo religioso y lo cotidiano en Lima"

“Los calles en Lima no solo conectaban templos e iglesias, sino que se integraban a la vida cotidiana de la ciudad, involucrando mercados, comercios y espacios sociales.” 

 Lima virreinal, los ritos religiosos trascendían los muros de los templos y conventos para recorrer la ciudad, convirtiendo las calles y plazas en espacios sagrados temporales. Estos recorridos procesionales eran parte esencial del rito, pues permitían la participación activa de toda la comunidad y la manifestación pública de la fe.

La relación estrecha entre lo religioso y lo cotidiano se refleja en cómo estos recorridos se extendían más allá de los espacios sagrados, pasando por zonas de comercio y talleres artesanales. Así, los ritos no eran eventos aislados, sino integradores, que articulaban la vida urbana y social, y que permitían a los habitantes apropiarse del espacio público a través de la experiencia colectiva.

“Las calles por donde pasaban las procesiones se transformaban en espacios vivos, donde se mezclaban lo religioso con lo social y económico.”

(Municipalidad de Lima, p. 40)

a ciudad vivía una intensa actividad litúrgica que involucraba las calles, plazas, iglesias, balcones y hasta las casas particulares. Las calles eran decoradas con alfombras de flores, arcos y estandartes, y se levantaban altares móviles en puntos estratégicos para representar estaciones del vía crucis. Las procesiones eran organizadas según un orden establecido por el cabildo eclesiástico y civil,y cada día estaba reservado para una figura religiosa concreta: Cristo crucificado, el Señor del Huerto, la Virgen Dolorosa, etc.

 

Los ritos procesionales eran verdaderas puestas en escena del dolor, la muerte y la redención, cargadas de simbolismo y emoción. En muchos casos, se realizaban autos sacramentales, obras teatrales con temática religiosa que eran representadas en las plazas y calles para instruir y conmover al pueblo.

Otro rito popular eran las visitas a las iglesias durante la noche del Jueves Santo. La tradición indicaba visitar al menos siete templos, por lo que las calles se llenaban de devotos que recorrían el centro urbano alumbrados por antorchas y velas, creando una atmósfera única de religiosidad y silencio colectivo.

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Procesión de Jueves Santo en Lima, 1832.

Esta representación gráfica muestra el recorrido procesional por las calles de la ciudad, donde se observa la adaptacion de la ciudad a favor del rito, convirtiendo las calles en el lugar de los rituales religiosos, en conjunto con la participación activa de la comunidad y la presencia de imágenes religiosas. La escena refleja la integración del rito en la vida cotidiana, con vecinos observando desde balcones y fachadas adornadas, y la confluencia de lo social, lo religioso y lo urbano en un acto colectivo religioso.

Además de los ritos celebratorios, también existían ritos de control religioso como los autos de fe del Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición, estos juicios públicos, muchas veces realizados en plazas o espacios abiertos, eran acompañados de procesiones de penitentes y de castigos ejemplificadores. Las calles, volvian a ser protagonistas, ya q desde las casas de los acusados hasta el lugar del auto de fe, se trazaban recorridos penitenciales por donde los condenados caminaban con sambenitos, cadenas o antorchas.

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